Pero hay los que luchan toda la vida: ésos son los imprescindibles.
Bertolt Bretch
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“Seré Millones” (2013) el documental dirigido por Omar Neri, Fernando Krichmar y Mónica Simoncini, con producción de Alejandra Guzzo a sala llena y semillena recreó en la pantalla grande la mayor expropiación de la guerrilla argentina realizada a principios del setenta por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
En sus ocho semanas en cartel unos 10 mil espectadores se acercaron al Cine Gaumont y a las contadas proyecciones en el Malba a ver la película, un dato más que alentador si de la exhibición, siempre marginal, del cine documental-político-argentino, se trata. Del medio centenar de documentales estrenados en lo que va del año, tamaña cantidad de asistentes lo inscribe como el documental nacional “más exitoso” de los últimos años.
Pero ¿qué hace que miles de espectadores concurran a ver un documental argentino sobre una operación de la guerrilla en los años setenta?
Las respuestas posibles pivotean en torno al hallazgo de esos dos protagonistas que suturan la historia, en lo atinado del guión y una puesta en escena que relocaliza lo que, en su momento, los diarios titularon como “el golpe del año”.
El asalto al Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) organizado por militantes del ERP expropiaba, en la madrugada del 29 de enero de 1972 y a escasos metros de la Casa Rosada, 450 millones de pesos (unos 10 millones de dólares actuales) para la causa latinoamericanista. El documental del Grupo Cine Insurgente y Mascaró Cine, integrantes de Documentalistas de Argentina (DOCA), rehúye del mito y reubica la espectacularidad a todas luces de aquel suceso informativo y lo coloca en el lugar de la memoria colectiva y la historicidad política.
Los testimonios de los protagonistas de la extraordinaria expropiación son ex empleados del banco y militantes del ERP. Oscar Serrano y Ángel “el Turco” Abus son traídos literalmente de sus exilios (cubano y local) cuarenta años más tarde para codirigir el documental y recrear cinematográficamente el mayor golpe a las finanzas de la dictadura de Onganía. El ejemplo de estos dos hombres es sencillo y enorme. Se trató de simples trabajadores bancarios, que tenían casa, familia, trabajo y hasta promesas de movilidad social pero que, sin embargo, abandonaron su comodidad porque creían que la construcción de una sociedad y un hombre nuevo era posible. Esos dos “viejitos” enternecen sí, pero a la vez abonan a una entereza moral de militantes y espectadores que todavía sueñan con un mundo mejor. Por esta razón seguramente sus compañeros de trabajo siguieron recordándolos, con el correr de los años, como eso: compañeros.
El diálogo entre protagonistas reales y actores de ficción que personifican a Serrano, a Abus y a sus compañeras, a Roberto Santucho y a otros dirigentes políticos y hasta a Raymundo Gleyzer (referente del Grupo Cine de la Base) ensancha la reflexión sobre la militancia política de aquellos años, tantas veces cristalizada y narrada en “blanco y negro” por el cine dominante y por el cine contrahegemónico. Los testimonios evidencian la construcción de lazos fraternos y vínculos solidarios que ni las dictaduras de entonces, ni los regímenes neoliberales siguientes pudieron cortar. Y la memoria que recupera este documental es eso: una comprometida búsqueda de verdad, también colectiva.
El filme “Seré Millones”, es una certera intervención poética política sobre la realidad y sus modos de representarla. Un relato innovador, mezcla de documental y ficción, “docuficción” para atenernos a definiciones genéricas del campo, que a partir de una rigurosa investigación histórica acude al archivo y a los testimonios desde una mirada lúcida, crítica y por momentos irónica.
“Seré Millones” es una obra que está a la altura de lo mejor del cine testimonial, militante y, sobre todo, de un arte transformador.
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Comunicados
Uno de los títulos tentativos del filme fue “las chauchas”, nombre dado internamente por el ERP a la operación político militar. Finalmente “Seré Millones” se impuso ya que la novela Espartaco, de Haward Fast, en la que se basa la película de Stanley Kubrik había sido fundamental para la formación política de los protagonistas. Además, como señala Neri: “servía de “guiño” a los millones que se llevaron del banco” (Entrevista con la autora, 2014).
Neri, Krichmar y Simoncini no perdieron de vista el Comunicado nro. 2 del ERP (Cine de la Base, 1972) el único material que contrainformaba los motivos históricos de la expropiación. Podríamos decir que el comunicado se integra de manera orgánica al largometraje de los realizadores de Cine Insurgente y Mascaró.
A partir de la investigación periodística de “Gaviotas Blindadas. Historias del PRT-ERP”, la trilogía documental sobre el PRT del Grupo Mascaró, rodada entre los años 2006 y 2008, los realizadores toman contacto con Ángel Abus reconocido en el comunicado por un compañero que brindaba su testimonio y, más tarde, “el Turco” los vincula con Oscar Serrano en Cuba.
Introducir la figura del cineasta desaparecido Raymundo Gleyzer en la película se lee como un reconocimiento de estos realizadores de cine alternativo a un referente ético político. En un momento del filme los protagonistas asisten a una proyección clandestina del Cine de la Base y allí se contactan con el cineasta quien los provee de una pequeña cámara para filmar la bóveda y los planos del lugar para que la organización haga la logística de la operación, registros que luego serán utilizados en el Comunicado nro. 2.
El Comunicado nro. 2: “Banco Nacional de Desarrollo” y el Comunicado nro. 5 y 7: “Swift”, ambos cortos filmados en el año 1972, se inscriben en la intervención de agitprop del Frente de Trabajadores de la Cultura (FATRACT), iniciativa político comunicacional del PRT-ERP de la que Raymundo Gleyzer, el realizador Álvaro Melián y el sonidista Nerio Barberis formaron parte capitalizando como saldo de esa corta experiencia la consolidación de un colectivo de trabajo.
Ambos cortometrajes en 16mm., y en blanco y negro se montaron de madrugada en el antológico laboratorio Alex. Montados desde la urgencia y la agitación las piezas contrainformacionales al grupo de cine militante argentino se ajustaron a los relatos más bien estáticos de una prensa filmada, sin demasiado tratamiento poético ni uso diferencial de recursos cinematográficos formales que le permitieran cobrar vuelo propio y desmarcarse del tono declamativo de Estrella Roja, la revista orgánica del ERP.
Los testimonios desde la clandestinidad de Serrano y Abus recogidos en el comunicado son recuperados en “Seré Millones” para legitimar a partir del uso de archivo la veracidad histórica de los acontecimientos, de hecho los registros de la prensa dominante van montados en contrapunto con el discurso del filme, evidenciando el amarillismo y el sensacionalismo con que fue “informado” el hecho periodístico.
Pero, si bien ambos relatos dialogan y se enriquecen “Seré Millones” no es el Comunicado nro. 2, nuevas voces y otras preocupaciones estético políticas motivan a esta renovada pieza contrainformativa. En el Comunicado del ERP es el partido a través de la voz over la que estructura el discurso narrativo: “el ERP informa (…) la noche del 29 de enero de 1972 que el Comando Luis Pujals y Segundo Gómez tomaron el Banco Nacional de Desarrollo, ex Banco Industrial para expropiar en beneficio de la guerra popular 450 millones de pesos y todas las armas de la guardia nacional”. Las imágenes de una cámara subjetiva que circula por la ciudad y se dirige al banco ubicado “en el corazón de la dictadura a sólo cien metros de la Casa Rosada y cincuenta de la SIDE”, fotos de los planos y recortes periodísticos testifican la magnitud de la operación guerrillera. El relato desde la clandestinidad de los operarios de la guardia de seguridad del banco que posibilitaron la expropiación se funde con la voz over del partido al punto de que proclama y relato de los hechos son uno (Bustos, 2009: 97).
El didactismo argumentativo y la voz over omnipresente remiten a la modalidad expositiva del documental descripta por Bill Nichols. Tipología ésta asociada al ensayo o al informe expositivo clásico que interpela directamente a partir de esta voz autorizada, de los intertítulos y de un tipo de montaje probatorio que tiende a la generalización, en donde la voz de la autoridad pertenece al propio texto, en el caso de los comunicados: al partido. Esta argumentación acerca del mundo histórico, a nivel estético e ideológico se sostiene en la impresión de objetividad y de juicio bien establecido. Precisamente, el registro solemne e informativo recae en este narrador omnisciente que en la prensa filmada del ERP corporiza “la voz de Dios” (1997: 69).
A diferencia de estos registros expositivos, los documentales contrainformativos contemporáneos se desplazan hacia la modalidad interactiva donde aparece, muchas veces, la voz del realizador durante el filme. Esta tipología hace hincapié en las imágenes de testimonios demostrativas y en el intercambio verbal, de manera que la relevancia que adquieren los testimonios es funcional a la estrategia narrativa de otorgar carácter de verdad a los hechos y acontecimientos, pero interpelando sensibilidades y subjetividades. Según Nichols, “La autoridad textual se desplaza hacia los actores sociales reclutados: sus comentarios y respuestas ofrecen una parte esencial de la argumentación de la película” (1997, 79). En esta modalidad predomina la forma del diálogo.
En “Seré Millones” la interacción y el intertexto es múltiple, ya que recurre a los testimonios, la recreación y la reconstrucción, y al incorporar fragmentos del comunicado en buena medida dialoga con aquella rígida producción de imágenes e imaginarios.
En el largometraje de 103 minutos de duración no hay presencia de voz over es decir no hay voz de Dios, hay verdades. Incluso cuando se trata de relatos y memorias contradictorias de ese pasado militante. Este matiz, de superposiciones de imaginarios, llamémosle así, es enfatizado en el recuento de Serrano y Abus tanto en los pormenores de la acción expropiadora como en el recuerdo del “mítico” encuentro con Roberto Santucho, líder del PRT, en su paso por Cuba luego de la fuga de la cárcel de Trelew. Allí ambos protagonistas discuten en cómo fue y cómo debería filmarse la despedida de los militantes con su líder. Este pasaje del documental, de ribetes épicos, contradictorio y tierno, es también el que levanta las carcajadas más efusivas de un espectador sorprendido por los latiguillos triunfalistas que recupera y mitifica la memoria de uno de los protagonistas. Esta ráfaga de consciente y penetrante ironía propuesta por los directores, guionistas y montajistas del filme nos permite reflexionar sobre los modos del verosímil, la representación y sobre las modalidades de legitimación en las que habita la memoria colectiva y el documental-político-argentino.
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Democratizar voces y miradas
En el último año la mitad de las películas nacionales estrenadas fueron documentales que tuvieron un importante reconocimiento nacional e internacional.
Pese a lo acotado de la circulación del filme (el espacio INCAA resulta a las claras insuficiente para difundir y las salas comerciales no dan lugar a estas producciones) un público diverso y masivo se acerca a los espacios alternativos de exhibición que abren los documentalistas articulando con las organizaciones sociales en centros culturales, universidades, fábricas recuperadas y sindicatos.
En la actualidad, gran parte de la batalla de las asociaciones de realizadores independientes se centra en la exigencia al INCAA de apertura de salas para proyectar sus películas que, si bien obtuvieron financiamiento del instituto de cine para la producción encuentran demasiados obstáculos para su exhibición. Precisamente la octava muestra documental que realiza DOCA: “OJOS QUE NO VEN… Por cine documental en las 900 salas del país”, levanta esta bandera.
El Instituto Nacional de Cine festeja el crecimiento de la producción, pero en el fondo desconoce –o niega- la importancia de este sector que entiende el cine documental como matriz que enriquece nuestro patrimonio cultural; y poco se preocupa por asegurar la exhibición y distribución de las películas excluidas de los circuitos comerciales por su negativa a pensarse a sí mismas como productos de mercado (aún cuando demuestran ser convocantes en cuanto a público) (DOCA, 2014).
De manera que el subsidio estatal a un cine crítico comprometido con las luchas sociales y la memoria histórica colectiva debe necesariamente ir acompañado con la posibilidad de multiplicar las pantallas, que no es otra cosa que garantizar una política nacional de comunicación que democratice voces y miradas.
Solo así este Nuevo nuevo nuevo Cine Latinoamericano, como denominó Fernando Birri a estos filmes, será un cine de millones.
Bibliografía
Birri, F. (1996). Por un nuevo nuevo nuevo Cine Latinoamericano. Madrid: Cátedra.
Bustos, G. (2006). Audiovisuales de combate. Acerca del videoactivismo contemporáneo. Buenos Aires: La Crujía.
Bustos, G. (2009). Contrainformación como praxis en el cine y video militante. Revista Documental- para repensar el cine hoy, nro.2 , 90-106.
Cassigoli Perea, A. (1989). Sobre la contrainformación y los así llamados medios alternativos. En M. Simpson Grinberg, Comunicación alternativa y cambio social (págs. 63-71). México: Premiá.
Cinelibros, C. (1985 [1970]). Raymundo Gleyzer. Documentos/testimonios. Montevideo: Cinemateca Uruguaya.
Nichols, B. (1997). La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el documental. Barcelona: Paidós.
Peña, F. y Vallina, C. (2000). El cine quema. Raymundo Gleyzer. Buenos Aires: Ediciones de la Flor.
http://docacine.com.ar/wpress/
http://www.seremillones.com.ar/
Seré Millones, Argentina, 2013
Directores: Omar Neri, Mónica Simoncini, Fernando Krichmar
Producción: Alejandra Guzzo